martes, 20 de noviembre de 2018

Artículo 1

¿Cómo dejamos de preocuparnos y

comenzamos a amar a la nueva ultraderecha?



El artículo en el cual se basará este comentario, fue escrito por el periodista Miquel Ramos, proviene de New York Times, y data del 19 de julio de 2017; en este se plantea como temática central la controversia entorno al aumento de la presencia del ultraderechismo dentro de los partidos políticos europeos (su impacto y su significado) y por ende la sutil emergencia de esta ideología dentro de la población.


Para comenzar quiero recordar el concepto clave en esta discusión;[1] la ultraderecha, es la denominación utilizada en política para recoger las posiciones y discursos radicales o extremistas de ciertos movimientos o partidos políticos que: defienden la idea de nación a ultranza, rechazan y muchas veces manifiestan odio hacia los extranjeros que viven en el territorio (son xenófobos), critican algunos principios democráticos, generalmente practican el proteccionismo, tienen gran arraigo a lo tradicional (son conservadores) y muestran total rechazo al comunismo.


Partiendo del hecho de la significativa cantidad de votos que obtuvo el Frente Nacional (partido francés de Marine Le Pen), se hace un llamado de atención, el columnista nos alerta ante posibilidad del afianzamiento de esta ideología nacionalista y radical, que a pesar de no haber obtenido la mayoría de votos, muestra un apoyo relevante de la población.


De la misma manera, la ultraderecha está buscando reivindicarse, sutilmente esta ideología se ha ido impregnando en la sociedad a través de la búsqueda de debilidades, para entrar por ellas (como un virus que se adhiere, se encubre, ataca y perjudica), han cambiado o más bien disfrazado sus fundamentos, haciendo parecer que existe una empatía con aquellos que se sienten desplazados por las instituciones o aquellos que se sienten amenazados por la globalización y estos de alguna manera comienzan a sentir que su única opción esta en partidos como el FN.


Pareciera que ha desaparecido la xenofobia que caracteriza a esta mentalidad política, ya que han desarrollado sistemas mediáticos que suplantan la idea preconcebida que hay de estos grupos, siendo esta nueva idea una totalmente errónea, han utilizado también los medios de comunicación más recientes (redes sociales) como medios de DESINFORMACIÓN (fake news [2]), que usan para persuadir a las personas y ponerlas a su favor sin que estas se den cuenta.


Nos debe alarmar “la victoria de la ultraderecha al convertirse en una opción política” ya que se está empezando a consentir la presencia de esta corriente ideológica en la política europea, estamos permitiendo la presencia de su aparente pátina democrática. Sus representantes ya no son tan evidentes como por ejemplo aquellos del Ku Klux Klan [3], ni tienen símbolos ni esvásticas, incluso han reformado sus nombres, sin embargo esta política sigue siendo partidaria del discurso del miedo, sigue rechazando a los inmigrantes camuflando su verdadera intención con sus supuestas obras de caridad y el etnopluralismo, sus intereses siguen siendo netamente nacionalistas con todo lo que esto conlleva.


Por otra parte saliendo de la ejemplificación francesa del artículo, también está presente el marco del ultraderechismo español, que claramente no tiene el mismo nivel de avance, sin embargo se encuentra presente en esta sociedad, está representado por el Hogar Social de Madrid (HSM) que puede haber sido producto de la falta de superación de la época franquista y del uso de la temporada de crisis como medio para surgir entre el malestar social generalizado, además al igual que el movimiento francés, es consecuencia de la implantación en la educación del pensamiento retrogrado, tradicionalista, que aún no ha hecho la transición a las necesidades del siglo XXI.


Es por todo lo anterior que yo concluyo que es necesario atenuar e incluso extinguir todas las ínfulas de grandeza que se han generado en los partidos ultraderechistas por tener apoyo de algunos, por medio de la búsqueda de matices que desmonten la falsedad de sus campañas y se muestren tal y como son, para que sea aún más evidente que es un insulto a la democracia el hecho de que estos partidos tengan opción dentro de un marco electoral en Europa y en el mundo.


-Sara Díaz

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